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jueves, 30 de diciembre de 2010

Café Central - Programación enero 2011



Café Central (Plaza del Ángel 10, Madrid)
Programación enero (2011)




Del 1 al 9 de enero:
JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ CUARTETO
José Luis Gutiérrez.- saxo
Jesús Parra.- guitarra
Gerardo Ramos.-contrabajo
Tommy Caggiani.- batería

Del 10 al 16 de enero:
SILVIA PÉREZ CRUZ & JAVIER COLINA TRÍO
Sílvia Pérez Cruz.- voz.
Javier Colina.- contrabajo.
Marc Miralta.- batería.
Albert Sanz.- piano.

Del 17 al 23 de enero:
YOIO CUESTA GRUPO
Yoio Cuesta.-voz                                      
Dan Rochlis.-guitarra
Francisco López (Loque).- contrabajo
Martin Andersen.- bateria
Laura Benítez.- violín
Belen Zanetti.- viola


Del 24 al 30 de enero:
CECILIA KRULL QUINTETO
Cecilia Krull.- voz
Rafa Perez.- guitarra
Richard Krull.- piano
Miguel Salís.- contrabajo
Jorge Santana.- batería

martes, 28 de diciembre de 2010

Peculiaridades de las ediciones de jazz

Más allá de las específicamente musicales, que son obvias, el  jazz se acompaña de unas características cuando menos curiosas y que le impregnan de algo especial que  es poco o nada común en otros estilos musicales.

Si observamos el libreto  que acompaña a un CD de jazz, o en su defecto, la contraportada,  lo primero que llama la atención es que para cada uno de los intérpretes se indica entre paréntesis el instrumento que toca. Incluso si es cantante también se indica esta circunstancia (voc). Aunque no haya duda alguna del instrumento porque siempre toque el mismo o siempre cante y no toque instrumento alguno. También se indica con sumo cuidado si un instrumentista sólo intervino en una pista concreta y con qué instrumento por supuesto.

Pasemos a leer las  pistas que componen el disco. En muchas ocasiones encontraremos una misma canción repetida dos, tres o más veces. Se trata de diferentes versiones registradas en la misma sesión, generalmente así es, o en diferentes días. Algunas de las posibles causas que llevan a estas repeticiones van desde un pequeño fallo de alguno de los intérpretes que obliga a volver a empezar o que el líder del grupo,  no satisfecho con el resultado, pide repetir la grabación o bien, se repite una y otra vez hasta conseguir la grabación perfecta. Estas tomas se indican entre paréntesis (alternate take o take)  seguidas de un número ordinal. Esto es mas frecuente en grabaciones anteriores a los años setenta. En las ediciones actuales no  es habitual.

¿Alguien ha visto discos de música clásica o  pop, por ejemplo,  donde se dé esta circunstancia?

Por último, y no por ello la menos curiosa, es la obsesión, sana obsesión, de anotar las fechas en las que se grabó el disco incluso la fecha de grabación de cada pista si es que fueron diferentes. En no pocas ocasiones, sobre todo si la grabación corresponde a una actuación en directo, también se indica la hora o el pase en el que se realizó.

En definitiva, la edición de los discos de jazz está rodeada de unas características que les hacen singulares, únicos.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Pannonica de Koenigswarter: Pasión por el jazz (1)





Mayer Amschel Bauer, nacido un 23 de febrero de 1744 en Frankfurt,  fue el fundador de la dinastía Rothschild. Pocos años después de la muerte de su padre, El Sr. Bauer comenzó como ayudante en la casa bancaria Openheimer en Hanover, donde tras algún tiempo se hizo socio junior. Mayer Amschel adoptó el nombre Rothschild después de retornar a Frankfurt y adquirir el antiguo negocio de su padre.
A su muerte dejó escrito lo que podría considerarse  un catálogo básico a seguir para perpetuar el imperio económico de la saga de los Rothschild, que entre otras cosas decía: que las posiciones claves debían ser ocupadas por los varones (los únicos que deberían participar en los negocios) de los cuales, el hijo mayor del hijo mayor debería ser el cabeza de familia, si así lo decidía la mayoría,
Así podría empezar un libro sobre la  saga de los Rothschild, pero es obvio que no se trata de eso pues esta sección se dedica al jazz. Entonces, ¿qué relación hay entre los Rothschild  y el jazz?. ¿Entre la más absoluta opulencia económica y un estilo musical nacido de la esclavitud y desarrollado fundamentalmente en  barrios marginales?. El nexo de unión se llama Kathleen Annie Pannonica « Nica » Rothschild.  Pannonica fue y sigue siendo conocida familiar y cariñosamente  como “Nica”.
Nacida en Londres el año 1913, hija de Lord Charles Rothschild,  coleccionista de mariposas, quien descubrió una nueva especie en un viaje a Hungría,  región que fue  llamada por los romanos Pannonia, por lo que llamó a esa nueva especie  Pannonica. Es habitual que los amantes de una materia concreta trasladen  esa pasión a su entorno más querido. Pues bien, Lord Charles también bautizó con el nombre de  Pannonica  a su hija (o como hizo Jaime, mi amigo,  que  a puesto de nombre “Nica” a su pequeña Yorkshire Terrier).
Casada con el barón Jules de Koenigswarter, militar y diplomático, con quien combatió en la lucha contra Hitler, uniéndose a las Fuerzas de Liberación Francesas. Viajó con su marido al Africa Oriental donde ejerció de espía, conductora de camiones y locutora de radio. Una vez terminó la guerra, su marido continúo su carrera diplomática por diversos países. Poco a poco esa vida, aderezada con el carácter serio, rígido, aburrido de su esposo, la fue asfixiando y ese declive matrimonial desembocó en la separación en 1952.
Sin duda Pannonica no encajaba en el  ambiente familiar donde nació y se desarrolló, además, como hemos visto, el decálogo familiar dejado por el fundador de la saga, le dejaba poco margen de actuación en los negocios. Su carácter extrovertido, excéntrico, rebelde, liberal estaba más cerca de los artistas y de la bohemia que del mundo de los negocios. De hecho, sus aficiones así lo presagiaban; pianista como su hermano menor y pintora de cuadros abstractos en los que al parecer, junto a la pintura, usaba  whisky, leche y perfume. 
Su primer contacto con el jazz fue la gran colección de música que poseía su padre. Su hermano Víctor, enviado por Winston Churchill a los Estados Unidos para negociar con Roosvelt, quedó prendado del pianista Art Tatum y de vuelta a Londres trasladó su fascinación a Pannonica. De nuevo el jazz entraba en su vida y se iba apoderando de ella.
Se separa de  Jules de Koenigswarter, en 1952. En 1954 viajó a Paris para ver un concierto de Thelonius Monk  dio en la Sala Playel. Mary Lou Williams, pianista y compositora de jazz, se le presentó. Tenía 41 años. En 1955 se instala en Nueva York, en una suite del Hotel Stanhope, situado en el número 955 de la 5ª Avenida.
Mujer apasionada y de una generosidad extraordinaria, proyectó ambos aspectos de su personalidad  en su  pasión por el jazz, lo que  marcó prácticamente la segunda parte de su vida como veremos en la próxima entrega dedicada a esta singular mujer.

lunes, 13 de diciembre de 2010

El Jazz en España

En España la música en general atraviesa por problemas importantes. No es de ahora, es algo estructural. No es precisamente algo que se fomente seriamente desde la escuela y tampoco en etapas posteriores en la etapa educativa. No digamos en las televisiones. Si se emite algo normalmente es a última hora del día o mejor aún, en la madrugada. Este desastre educacional y promocional  de la música se acentúa si hablamos de jazz. Basta con echar un vistazo a la programación televisiva para ver que los espacios dedicados al jazz son prácticamente inexistentes.
Pero qué decir de la radio. Tampoco se puede decir que abunden los programas de jazz, más bien son escasísimos. Algunos de ellos sólo programan intérpretes de los años 40 y 50, con fuerte acento en el be bop olvidándose de otras etapas y de otros estilos. No digamos ya de músicos de los años 80, 90 o más recientes. No existen para esos programadores. Tampoco existe el jazz vocal.
En la misma línea están las salas que presuntamente programan jazz. Salvo excepciones, muchas de ellas han abandonado ese estilo musical.
Aunque en menor escala, algo parecido sucede con los festivales de jazz. No se entiende que pintan determinados músicos en estos festivales. Algunos argumentan que así se acerca el jazz al público. Lo que se consigue es que se desvirtúe lo que es jazz y la gente vaya a los conciertos que les gusten, que si son esas actuaciones advenedizas, no por ello irá al resto que sí son de jazz.
Vamos, que el panorama es bastante desolador y en manos de personajes que se miran demasiado el ombligo sin importarles realmente que el jazz llegue a más gente; más bien parece que deseen mantener un círculo cerrado en el que sean ellos los que destaquen ante el resto de los aficionados, de los pocos aficionados.

       

domingo, 5 de diciembre de 2010

Café Central - Programación diciembre 2010



Café Central (Plaza del Ángel 10, Madrid)
Programación diciembre (2010)


Del 6 al 12 de diciembre
Pablo M. Caminero Quinteto
Perico Sambeat (s)   
Ernesto Aurignac (s, día 11) 
Toni Belenguer (tr, menos día 11)                                    
Abade Rábade (p)
Pablo M. Caminero (b)
Borja Barrueta (d)


Del 13 al 26 de diciembre
Javier Krahe y su banda
Javier Krahe (voz)
Andreas Prittwitz (s, fl)
Javier López de Guereña (g)
Fernando Anguita (b)


Del 27 al 30 de diciembre
Susana Sheiman & Ignasi Terraza trío
Susana Sheiman (voz)
Ignasi Terraza (p)
Giorgious Antoniou (b)
Esteve Pi (d)

miércoles, 1 de diciembre de 2010

JOE “KING” OLIVER: Un rey sin corona




Paradójicamente el jazz de Nueva Orleáns se desarrolló fundamentalmente en el norte de Estados Unidos, principalmente en Chicago.


En el periodo comprendido entre 1916 y 1919 y los años 20, más de millón y medio de negros emigraron hacia el norte en busca de sociedades más tolerantes, lejos del sur segregacionista,  que les permitiera desarrollarse profesionalmente y la obtención de unos ingresos dignos  para vivir o simplemente sobrevivir. Ninguna profesión fue ajena a este fenómeno, conocido como la Gran Migración, y los músicos tampoco. Nombres como Freddie Keppard, Jelly Roll Morton, Sydney Bechet, Kid Ory, los hermanos Dodds,  Joe “King” Oliver y el mismo Louis Armstrong, abandonaron el sur. 

Estos músicos, junto a otros, sentaron las bases del jazz .Hablar de todos ellos, de  sus estilos,  su obra, sus grabaciones, sería largo y excedería el objeto de estas líneas; pero sí  vamos a detenernos   en  el cornetista y compositor Joe “King” Oliver. Empezaremos analizando primero su  aportación musical. Oliver fue uno de  de los reyes de Nueva Orleáns;  nos ha legado un conjunto de grabaciones enorme que nos han ayudado a comprender cómo sonaron los primeros músicos de jazz de los que no existen registros sonoros, convirtiéndose así  en  el máximo difusor de la música de Nuevo Orleáns. Su sonido fue algo áspero, sobrio y prudente.  Además, fue el gran impulsor de la improvisación colectiva (la individual se la debemos a Louis Armstrong). Fundó una de las mejores orquestas de la época, la Creole Jazz Band  a la que, en 1922, se incorporó el gran Louis Armstrong. como segundo corneta.  

Reconozco que mi primera intención fue utilizar a Oliver como excusa para hablar de Louis Armstrong, pero a medida que profundizaba en su carrera  y en su vida,  me pareció suficientemente interesante como para dedicarle todo el  Jazzcorner de este mes. Porque, si su valor como compositor e instrumentista es innegable, su vida no es menos interesante. Viajes  interminables por carretera en   autobuses que en más de una ocasión se averiaban. La falta de recursos económicos impedía su arreglo lo que le suponía perder numerosos contratos al no poder llegar a tiempo. De personalidad un tanto peculiar, en ocasiones portaba un revólver que dejaba encima del piano en los ensayos (Jerry Roll Morton hacía lo propio).

El crack del 29, la crisis económica, la escasez de trabajo y el cambio en los gustos del público, fueron llevando a Joe "King" Oliver a no poder vivir de la música. Sin apenas contratos, cayó en un estado depresivo, que fue agravado por una enfermedad letal para un músico de instrumentos de viento: la piorrea. La pérdida de todos sus dientes  le impidió tocar la corneta y le obligó a buscarse la vida, llegando incluso a regentar una frutería y terminando de  mozo de limpieza en unos billares por un salario ridículo.

Cartas  enviadas a su hermana que vivía en Nueva York, testimonian su precaria vida. Su situación económica era tan mala que le impidió poder visitarla  en Nueva Cork como era su deseo.
Murió en 1938 a los cincuenta y dos años de edad, de un derrame cerebral. Gracias al  dinero que su hermana ahorraba para pagarle el viaje, trasladó el cadáver al Bronx dónde fue enterrado. El dinero no fue suficiente para poner  una   lápida en su tumba. 

Por desgracia, la vida  y la muerte de Joe “King” Oliver no es un caso asilado entre los músicos del blues y del jazz,  si no algo relativamente común como tendremos ocasión de comprobar.