Muchos conocidos, iniciados o no en el jazz, me piden que les diga algún grupo, instrumentista o cantante de quien comprar un disco. Generalmente trato de orientarles aún a sabiendas de que las posibilidades de errar son altas. ¿Se puede aconsejar algo tan subjetivo como un perfume?. Creo que con la música pasa algo parecido.
El artista que traigo en esta ocasión es de los que sí me atrevo a aconsejar la adquisición de cualquiera de sus CD’s editados hasta la fecha, al menos si se tiene una mínima sensibilidad hacia este estilo musical.
Kurt Elling es, a mi parecer, el mejor artista vocal masculino de la escena jazzística contemporánea. Norteamericano (Chicago 1967). Heredero de Jon Hendricks y de Mark Murphy, su voz de barítono mezcla la dulzura propia de Frank Sinatra con la experimentación más atrevida que únicamente puede abordar un cantante con su enorme técnica vocal.
Es cuando realiza vocalesse (técnica inventada por Jon Hendricks) el momento en el que suele dar rienda suelta a esa técnica extraordinaria que traslada al oyente a momentos de exaltación no contenida y a sentir el riesgo que asume el artista cuando lo hace en directo. De Sinatra hereda su fraseo y su clara vocalización y de la gran Betty Carter su “estar” en escena, la interpretación de las melodías que va más allá de lo musical.
Domina tanto el tiempo rápido como el lento, el swing más ortodoxo y la melodía más romántica. Su voz tiene un característico deje algo ronco que imprime cierto aire rompedor a sus interpretaciones, obviando las normas más ortodoxas.
Kurt Elling ha cuidado especialmente las letras. Junto a canciones ya clásicas interpreta otras que originariamente fueron concebidas como piezas instrumentales a las que añade unas letras propias de gran interés, haciendo valer su condición de poeta y filósofo. Ese esmero en las letras ni mucho menos deja de lado el aspecto musical al que dedica asimismo mucha atención, siempre dentro de los cánones del jazz.
Pese a su relativamente corta carrera, iniciada discográficamente en 1994 en diferentes colaboraciones y en 1995 como solista, su producción es coherente, manteniendo una calidad más que notable.
El infierno está lleno de aficionados a la música.
George Bernard Shaw
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