La orquesta de Jimmie Lucerford era de las más elegantes. Su puesta en escena era cuidadísima, con una excelente coordinación en sus movimientos, a menudo incluían números de baile.
Otra orquesta que triunfó fue la de Chick Webb. Este incorporó a su orquesta saxofonistas de la talla de Johnny Hodges y Benny Carter y a una jovencísima cantante llamada, nada más y nada menos que, Ella Fitzgerald. Este baterista, jorobado, murió con 30 años de una tuberculosis ósea cuando se encontraba en plena forma musical y en lo más alto de su carrera. Webb retó a la big band de Benny Goodman el once de mayo de 1937 en el Savoy de Nueva York. Una masa enfervorizada acudió al evento. Sólo pudieron entrar 4.000 personas y 5.000 quedaron en la calle. Fue necesaria la intervención de la policía y de los bomberos. Webb ganó la “batalla”.
Paralelamente al desarrollo del Swing por las big bands blancas, se produce una persistente actividad de pequeños combos, principalmente tríos o cuartetos liderados por pianistas, que mantienen una postura musicalmente heterodoxa, a pesar de que asuman los postulados esenciales del swing. La depresión económica de la II Guerra Mundial hizo imposible sostener el coste de estas formaciones, disolviéndose gradualmente hasta prácticamente desaparecer a finales de los años 40.
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