Editado por La Fábrica.
Detrás de cada foto hay mucho más que una imagen. Hay mucho
más que un instante inmortalizado con mayor o menor fortuna, con mayor o menor
calidad. Detrás de una foto hay una vida. Los músicos de jazz que
fotografía Esther Cidoncha son seres humanos con sus defectos y sus virtudes. Una buena foto nos
debe transmitir la vida que encierra el músico.
Esther Cidoncha nace en Orán, Argelia y desde 1990, movida
por su amor a esta música, realiza fotos a músicos de jazz. De formación
autodidacta, Esther ha alcanzado un lugar destacado entre los fotógrafos del
jazz y acaba de editar este libro que lleva por título “When lights are low”
como la composición de Benny Carter, del que incluye dos instantáneas en el
libro.
Esther, en muchas ocasiones, fotografía a los músicos sobre
fondos oscuros, como si quisiera que
nada ni nadie distrajeran la atención del principal protagonista del que capta
la luz de forma magistral.
En las fotos de este libro se puede oler el cigarrillo humeante
(Tyler Mitchell), oler los muebles en la habitación (Preservation Hall, New Orleans)
o sentir la desesperación cuando las cosas no salen como se espera (Al Levitt).
Las fotos de Esther nos muestran la mirada del músico y en
ella podemos entrever sus problemas personales, sus estados de ánimo, su
alegría o su tristeza. Esos estados de ánimo que se transmiten a la música
creada en el momento y que la fotografía congela.
No creo que la fotografía
atrape un silencio, más bien creo que atrapa el sonido. A través de una
buena fotografía se puede intuir cómo fue el concierto, si gustó al público
(Randy Weston), si el artista estaba realmente creativo esa noche.
Es curioso la relación de todos los músicos con su instrumento. Forma parte de su propio ser. Cuantas horas juntos, es lo
más valioso que poseen.
Esther ha declarado su respeto al músico y al público (este
último escasea entre otros profesionales) y ese respeto se refleja en su trabajo.
Pero Esther va más allá. También fotografía otros aspectos
que forman parte indisoluble de un concierto: los focos (Festival d’Altitude), una
partitura (Wadada Leo Smith) o la sensualidad de los zapatos de una cantante (Tineke
Postma, Charmine Michelle).
Excelente libro que refleja el amor de su autora por esta
música, el jazz, y por sus músicos.
Muchísimas gracias amigos, me gusta mucho vuestra entrada. Un fuerte abrazo.
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