miércoles, 1 de junio de 2011

SWING: ¡Bailen, disfruten! (2)




Conviene hacer notar que  swing no es sinónimo de ritmo, es decir, una canción con ritmo no necesariamente tiene swing, lo más probable es que no lo tenga, así pues el swing no es patrimonio de los  rítmicos. Del mismo modo, se suele decir que no hay dos intérpretes de jazz que “swingueen” igual. Al igual que el “estilo” en las personas es algo con lo que se nace (no se aprende), el swing se lleva en la sangre, tampoco se  puede  aprender, lo que nos lleva a afirmar que no hay recetas para  “swinguear”.

La dificultad de enmarcarlo se hace extensiva a su percepción por el oyente. Salvo en algunas composiciones que se impone su realidad, es normal que dos oyentes no perciban el swing de la misma manera.

La primera referencia al swing en una canción de jazz  se produjo en una grabación de Jelly Roll Morton (aquel que se autoproclamaba inventor del jazz) titulada “Georgia Swing”.

Los orígenes musicales del swing, como estilo musical, podrían enmarcarse en el Dixiland  y los preliminares del “music hall” y los geográficos se situarían en la costa este de los Estados Unidos.

Cronológicamente su origen se sitúa a  finales de los años 20 (crisis económica del 29) y primeros de la década de los 30. Merecen especial mención  músicos poco recordados  pero que sentaron las bases del swing, como los Cotton  Pickers y  William McKinney. Este estableció las normas básicas para las secciones de saxos y la de metales (trompetas y trombones).


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