Si tuviera que elegir un instrumento de entre todos, sin duda sería el piano. Este instrumento ha estado presente en los más nobles salones y salas de concierto y en los burdeles de más baja estopa. Ha sido tocado por los más ilustres compositores e intérpretes así como por otros, digamos que, de menos alta alcurnia. Su uso se ha cultivado más en determinados estilos o épocas, véanse los barrocos o los clásicos, pero también es muy común en el jazz, el blues y hasta en el pop, pasando por infinidad de estilos etiquetados como new age, trip hop, soul, rock y un largo etcétera.
Desde un aspecto teórico, los pianos tienen 88 teclas si bien los hay que disponen de algunas más. La nota más baja de un piano vibra con una frecuencia de 27.5 hercios y la más alta a 4.186 hercios lo que le convierte en un instrumento con un registro amplísimo. Los otros instrumentos utilizan subconjuntos de los tonos disponibles. Esta circunstancia influye en la capacidad tan enorme que tiene este instrumento para comunicar emociones.
Centrándonos en el jazz, el piano ha tenido desde sus inicios un gran protagonismo. Ha sido parte integrante de este estilo, jugando un papel multifacético siendo una herramienta muy importante para la comprensión de la teoría del jazz y contribuyendo de forma decisiva en la composición y arreglos. No conviene olvidar que el ragtime incipiente estilo jazzístico allá por 1897, se componía básicamente para piano y se interpretaba con piano.
Sin duda uno de los instrumento jazzísticos por antonomasia junto con el saxo, tal vez...
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