Títulos
1. Gracias 2. Halcón
Infinitivo 3. Quirquincho 4. Vidala en
Verde 5. El Lentidigitador
6. Poldoro 7. Zizek (and so on, and so on) 8. Gordo José
Intérpretes
Martín Dellavedova: Saxo Tenor
Lucas Acuña: Guitarra
Martín Barroso: Piano
Milton Arias: Bajo
Lucas Ramírez: Batería
Grabado en vivo en Cocina de Culturas, Córdoba (Argentina)
los días 17-18 Febrero, 2014.
Este disco del bajista Milton Arias es del año 2014, después
vinieron “Signos Andinos” (2015) y “The Sonoramica Sessions” (2016) y "50. le caldero" (2018) del que hemos hablado recientemente.
Este “64. antes del fin” es un trabajo que cada canción era
acompañado por un soporte visual donde era posible ver el proceso en vivo que
llevó al resultado que se escucha en el disco.
Integrado por 8 temas instrumentales y originales,
compuestas por Milton Arias. Cada una cuenta una pequeña historia, o está
ligada a alguna situación o personaje que influenciaron al autor.
En palabras del propio Milton: “Es un disco de canciones
instrumentales, donde cada una tiene su propio carácter y cuenta su propia
historia. Responden a un clima general
que tiene que ver con la época vivida entre el disco anterior y la grabación de
éste, y es una época signada por las pérdidas, por la muerte”.
Así, “Gracias” encierra un agradecimiento que puede ser a personas
concretas, por gestos concretos, por compartir tiempo y proyectos concretos, o
bien gracias abstractas, como mantras íntimos y silenciosos, todo ellos según
el propio Milton lo define.
“Halcón infinitivo” está dedicado a Stephen Hawking “Porque toda su existencia es una oda a la
imaginación”.
“Quirquincho” dedicado a D. Quirquincho Gómez, que “soñó toda la vida con una ferretería y/o
bicicletería, que según él iban a ser fuente inacabable de riquezas y
felicidad. En los últimos años armó artefactos mutantes, sin frenos, con ruedas
desparejas de distintos colores, manubrios torcidos, bocinas sordas y asientos
incómodos. Obras de arte invaluables”.
“Poldoro” dedicado a “un
gato amarillo, cabezón, zorro viejo, tránsfuga, nocturno y callejero. Tiene
todas las orejas ajeadas de batallas que prometían de botín algún efímero
encuentro sexual. Igualito al dueño”.
Como todos los directos, el disco tiene esa frescura que no tiene lo enlatado. El grupo que
acompaña a Milton cumple a la perfección y nos deja un agradable sabor de boca.
Estamos ante un disco intimista, quizás en cierta medida
pesimista. En una entrevista que Milton concedió a propósito de la presentación
del disco, le preguntaron:
-Mirá vos. Nos comimos el amague. ¿Qué te pasa cuando pasás
por Cañada y San Juan? ¿Te pasa de andar cabeceando? No vaya a ser cosa que
aparezca ese gordo mostro… No sé, decime algo.
Y Milton respondió esto, que me parece un bello alegato contra la
indiferencia del ser humano y que en buena medida podría representar el
espíritu del disco:
-Me pasa de caminar mirando la vereda, cabeza gacha, y no
poder levantar la frente de la vergüenza y de la culpa. Vimos un niño dormir en
la calle durante más de quince años, lo vimos convertirse en adulto, lo vimos
marchar por luchas ajenas (como si no tuviera una lucha propia), y no hicimos
nada… Lo vimos no ir a la escuela, lo vimos enfermarse, lo vimos morir, lo
vimos no tener un trabajo y una casa, lo vimos morir de una infección, como en
el siglo XV. La seguimos viendo a la madre… Y ninguno hizo nada… Ahora no lo
vemos más, y seguimos sin ver a los otros.
La Habitación del Jazz
No hay comentarios:
Publicar un comentario