Lee Wiley (voz)
Cy Walter (p),
Artie Manners (cl),
Stan Freeman (p),
Bill Goodall (b),
Joe Bushkin (p),
Bobby Hackett (t),
Charles Smith (d),
Jimmy Lytell (cl)
Pistas: 1.- Manhattan 2.- I've Got a Crush on You 3.- (I Don't Stand) a Ghost of a Chance (With You) 4.- Oh! Look at Me Now 5.- How Deep Is the Ocean 6.- Time on My Hands (You in My Arms) 7.- Street of Dreams 8.- A Woman's Intuition 9.- Sugar (That Sugar Baby O'Mine) 10.-Anyt ime, Anyday, Anywhere 11.- Soft Lights and Sweet Music 12.- More Than You Know
Que se sepa, todos tenemos una fecha de nacimiento, Lee Wiley, según la fuente que se consulte, tiene varias (1908, 1910, 1925). En lo que si se ponen de acuerdo los biógrafos es que falleció el 11 de diciembre de 1976.
Su biografía, como la de otros muchos artistas, fundamentalmente se basa en hechos verídicos, faltaría más, pero también describe momentos que rozan la fantasía, elevando a su protagonista a la categoría de leyenda.
Descendiente de indios cherokee, de quien heredó su belleza y su carácter indomable, abandonó su hogar con quince años y huyó a Nueva York para dedicarse en cuerpo y alma al jazz.
Su alcoholismo y su orgullo, moldearon un carácter que hizo que el trato con ella fuera realmente difícil y que trabajar con ella fuera realmente complicado para unos o maravilloso para otros según gustos.
Contemporánea de Billie Holiday, Mildred Bailey, Annita O’Day, Peggy Lee, o Chris Connor, cantó con las mejores orquestas de su tiempo pero nunca se la ha considerado entre las top del jazz vocal. Truman Capote dijo de ella que no se la había valorado como se merecía.
En 1939 grabó un álbum dedicado íntegramente a Gershwin. En años sucesivos repitió formato con Cole Porter, Rodgers & Hart y Harold Arlen y Youman-Berlin, creando así lo que posteriormente se conoció como songbooks o cancioneros.
En 1950 grabó Night in Manhattan, el álbum que nos ocupa, su disco más importante. Inicialmente integrado por ocho canciones, a las que se añadieron cuatro más en una edición posterior acompañada de dos pianistas (Cy Walter, Stan Freeman)
Sin desmerecer el resto, los mejores cortes son aquellos en los que se acompaña del trompeta Bobby Hackett y del pianista Joe Bushkin. Son temas que suenan deliciosamente anticuados y en los que derrocha sensualidad a raudales.
La voz de Lee Wiley rebosa ironía, calidez pero no está exenta de cierta acidez, que expresa no pocos sufrimientos y una vida cargada de duras experiencias y desamores. Bobby Hackett acompaña discretamente con su trompeta, sin robarle el más mínimo protagonismo pero llenando de forma magistral la parte instrumental.
Su belleza, o mejor, el declive de su belleza, parece ser que fue la causa que motivó su retiro en la década de los sesenta.
Os recomiendo este disco de Lee Wiley, una de las damas blancas del jazz, que cautivó con su voz emotiva, como una caricia, a la alta sociedad americana.