Esta habitación, desde donde compartimos una pasión, no es, ni será, un escaparate desde donde se rinda homenaje sistemático a aquellos que nos abandonen. Murió, a los 82 años, el pianista y subestimado compositor canadiense Oscar Peterson. Un fallo renal terminó con sus días.
De origen modesto, siguió los pasos de su padre y sus dos hermanos y estudió piano clásico desde los cinco años de edad. Sus estudios de trompeta tuvo que abandonarlos debido a una tuberculosis que padeció, centrándose desde entonces en el piano.
A los catorce años ganó un concurso de jóvenes talentos. Es caprichoso el azar y de camino en taxi al aeropuerto, Norman Granz, productor musical y cazatalentos, le escucha tocar en la radio. Lo contrata proporcionándole un sitio en la JATP (Jazz At The Philarmonic). Su actuación en 1949 en el Carnegie Hall de Nueva York catapultó a Oscar Peterson a la fama mundial. Tocó en orquestas, tríos, cuartetos, acompañando a vocalistas pero quizás fue como solista dónde dio su mayor talla de músico.
Acompañó a muchos de los más grandes de este género, como Ven Webster, Stan Getz, Louis Armstrong, Dizzy Gillespie, Lester Young, Charlie Parker, Joe Pass y un largo etcétera.
Su estilo pasa por el boggie-woogie, stride, bebop pero siempre con un gran swing independientemente del tempo de ejecución. Se le critican los excesos en sus improvisaciones, sin duda heredado de Art Tatum de quien fue fiel seguidor y de quien asimiló su virtuosa rapidez. Su estilo también refleja a Bud Powell y Fats Waller dos de sus iconos musicales. Oscar Peterson también ha dejado su escuela, de la que quizás su mayor representante es Monty Alexander.
Curiosamente también cantaba, faceta apenas conocida y cuyo referente fue Nat “King” Cole, quien también le influyó como pianista.
En 1993, un derrame cerebral afectó al movimiento de su mano izquierda, su extraordinaria mano izquierda, pero en dos años, su fuerza física y espiritual, le hicieron superar esa situación recuperando gran parte de la movilidad si bien, no llegó a recuperar el cien por cien de su capacidad interpretativa.
Algunos han criticado su enorme producción discográfica, más de doscientas referencias, en la que, debido a su extensión, es inevitable que haya altibajos, pero en conjunto su carrera es merecedora de figurar entre una de los grandes del piano de jazz.
Entre sus muchísimos premios, se encuentran siete Grammy, el último en 1997 a su carrera profesional. Canadá, su país de origen, le nombró Miembro de la Orden de Canadá, la mayor condecoración civil canadiense y fue el primer ciudadano canadiense cuya efigie figuró en un sello de correos.